AGRESIÓN EN EL AULA:
CONCEPTUALIZACIÓN: BULLYING
Los primeros estudios sobre el tema se iniciaron sistemáticamente en la década del 70 por D. Olweus. En los países latinoamericanos no existe aún una denominación consensuada y se observan distintos términos según el país, tales como Chile, en el cual se habla de “matonaje” o, Argentina, en donde se menciona el “patoterismo”. No obstante, hoy se acepta que el bullying es la denominación internacional para la violencia entre pares.
El bullying, es una forma de conducta agresiva, intencionada y perjudicial cuyos protagonistas son jóvenes escolares. Un rasgo específico de estas relaciones es que el estudiante o grupo de ellos trata de forma tiránica a un compañero, al que hostiga, oprime y atemoriza repetidamente, hasta el punto de convertirlo en su víctima habitual. No se trata de un episodio esporádico, sino persistente que puede durar semanas, meses e incluso años.
Este tipo de violencia (Bullying) suele ser mal conocida por el personal escolar y cuenta con cierto grado de permisividad e indiferencia, desconociendo las consecuencias negativas que estas conductas pueden llegar a tener en quienes las realizan y padecen. Quizás se deba a una cierta “naturalización” del fenómeno al concebirlo como habitual entre los jóvenes (Viscardi, 2003). En las instituciones donde este fenómeno está arraigado constituye una causa mayor de deserción. La agresión entre pares puede consolidarse en las instituciones y, por lo tanto, debe prevenirse.
Actores del Bullying:
Para que se produzca el fenómeno del bullying, es necesario que estén involucrados distintos actores: la víctima o buleado, el agresor o bully, y los espectadores.
La víctima:
La víctima es quien sufre las consecuencias más importantes, ya que puede desembocar en fracaso y dificultades escolares, niveles altos de ansiedad, insatisfacción, fobia de ir al colegio, riesgos físicos y, en definitiva, la conformación de una personalidad insegura e insana para el desarrollo correcto e integral de la persona. Olweus (1993) señala que las dificultades de la víctima para salir por sus propios medios de la situación de ataque, provocan en ella efectos tales como descenso de la autoestima y estados depresivos, con la consiguiente imposibilidad de integración social y académica.
El agresor:
Los bullies se caracterizan por presentar un temperamento agresivo e impulsivo y deficiencias en las habilidades sociales para comunicar y negociar sus deseos. Son caracterizados como muy reactivos, ante la mínima diferencia recurren a la fuerza física, al insulto o amenaza con el fin de controlar a su entorno. Evidencian poca empatía hacia el sentir de la víctima y carecen de sentimientos de culpabilidad. La conducta del agresor consigue un refuerzo que hace que el acto violento sea visto como algo bueno y deseable. Por otra parte, se constituye como un método para mantener status en el grupo, una forma de reconocimiento social por parte de los demás y una manera de resolver conflictos. Otro rasgo sobresaliente es el de percibir intenciones hostiles en acciones neutras de los demás.
El bully sólo desea ser protagonista. Esta necesidad de protagonismo es una de las causas que llevan a los chicos agresivos a cometer actos destructivos. Es evidente que algo hay en el interior de estos niños que los lleva a dañar a otros. Hacen daño porque les da placer el hecho de ejercer poder. Se valdrá de burlas pesadas y amenazas hasta llegar a la violencia física. Las niñas difundirán falsos rumores malintencionados para excluirlas con el fin de hacerlas sentir solas y confundidas.
La clave del bullying es mantener con la víctima una relación de poder.
Los espectadores:
Dentro del círculo del bullying, existen otros actores que son indispensables para que este se lleve a cabo, que son los espectadores. Son aquellos que contemplan las agresiones sin poder o querer evitarlas. Se ha demostrado que esto es producto del miedo a ser incluidos dentro del círculo de la victimización y convertirse en blanco de agresiones. Se señala como consecuencia para ellos, la desensibilización ante el sufrimiento de otros, lo que se produce por ir contemplando acciones repetidas de agresión en las que no son capaces de intervenir para evitarlas. Con ello, se establece una base para valorar las conductas agresivas como importantes y respetables.
Otros actores:
Algunos autores hacen otras distinciones en relación a los actores .Del lado del hostigador, “los secuaces” que son los que ejercen un rol mas activo y un “grupo de sostén”, que es el que alienta. Del lado de la víctima, “los posibles defensores”, que están en desacuerdo pero no hacen nada y los “defensores”que participan activamente en la defensa.
El otro grupo importante es el de “espectadores pasivos”, que no toman partido, ni ejecutan ninguna acción. Cuando un bully controla un grupo la gran mayoría asume la consigna: ver, oir y callar. Si no se cumple esa regla puede pasarse de espectador a víctima. El silencio es parte de la peligrosidad del grupo ya que se puede permitir cualquier cosa sin ser descubierto. El grupo cree que los conflictos con la víctima son inevitables y fabrica sus reglas extremas y unidireccionales.
Cuando el bullying está instalado, el grupo es consciente de lo que hace y se vale de generalizaciones fatalistas para encontrar excusas frente al maltrato. El maltrato entre pares, en todas sus formas, tiene un pico de incidencia entre
los 8 a los 15 años.
Evaluación e investigación del bullying:
Existen distintas modalidades de evaluación del bullying tomando en consideración las perspectivas de los distintos actores involucrados, padres, profesores, alumnos, etc. También son frecuentes los métodos de nominación de pares y de maestros (inspiradas en las técnicas sociométricas), las observaciones comportamentales y cuestionarios auto-administrados, siendo estos últimos los más frecuentes en investigación.
La disciplina desde la cual se ha estudiado la violencia escolar con más frecuencia es la sociología de la educación y la mirada dominante ha sido el paradigma crítico. La institución educativa refleja la violencia social y, sobre todo, las desigualdades económicas, socio-culturales, raciales y de género. Actualmente se postula que se ha agravado lo que siempre existió en la institución escolar (castigos, imposición de significados, la “violencia simbólica” acuñada por Bourdieu).
AGRESIÓN Y PROCESO DIAGNÓSTICO:
La gran gama de comportamientos que denominamos “agresividad” pueden encontrar un equivalente en el lenguaje clínico en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales: DSM IV; algunos ejemplos de las alteraciones que se encuentran en dicho manual y que están relacionados con los llamados trastornos de inicio en la infancia o la adolescencia son el trastorno disocial, el trastorno negativita desafiante y el trastorno de comportamiento perturbador no especificado. Veamos entonces los criterios diagnósticos y algunas informaciones adicionales que se encuentran en dicho manual.
1. Trastorno disocial
o Criterios para el diagnóstico de Trastorno disocial
A. Un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que se violan los derechos básicos de otras personas o normas sociales importantes propias de la edad, manifestándose por la presencia de tres (o más) de los siguientes criterios durante los últimos 12 meses y por lo menos de un criterio durante los últimos 6 meses:
Agresión a personas y animales
(1) a menudo fanfarronea, amenaza o intimida a otros
(2) a menudo inicia peleas físicas
(3) ha utilizado un arma que puede causar daño físico grave a otras personas (p. ej., bate, ladrillo, botella rota, navaja, pistola)
(4) ha manifestado crueldad física con personas
(5) ha manifestado crueldad física con animales
(6) ha robado enfrentándose a la víctima (p. ej., ataque con violencia, arrebatar bolsos, extorsión, robo a mano armada)
(7) ha forzado a alguien a una actividad sexual
Destrucción de la propiedad
(8) ha provocado deliberadamente incendios con la intención de causar daños graves
(9) ha destruido deliberadamente propiedades de otras personas (distinto de provocar incendios)
Fraudulencia o robo
(10) ha violentado el hogar, la casa o el automóvil de otra persona
(11) a menudo miente para obtener bienes o favores o para evitar obligaciones (esto es, «tima» a otros)
(12) ha robado objetos de cierto valor sin enfrentamiento con la víctima (p. ej., robos en tiendas, pero sin allanamientos o destrozos; falsificaciones)
Violaciones graves de normas
(13) a menudo permanece fuera de casa de noche a pesar de las prohibiciones paternas, iniciando este comportamiento antes de los 13 años de edad
(14) se ha escapado de casa durante la noche por lo menos dos veces, viviendo en la casa de sus padres o en un hogar sustitutivo (o sólo una vez sin regresar durante un largo período de tiempo)
(15) suele hacer novillos en la escuela, iniciando esta práctica antes de los 13 años de edad
B. El trastorno disocial provoca deterioro clínicamente significativo de la actividad social, académica o laboral.
C. Si el individuo tiene 18 años o más, no cumple criterios de trastorno antisocial de la personalidad.
o Especificar el tipo en función de la edad de inicio:
Tipo de inicio infantil: se inicia por lo menos una de las características criterio de trastorno disocial antes de los 10 años de edad
Tipo de inicio adolescente: ausencia de cualquier característica criterio de trastorno disocial antes de los 10 años de edad
o Especificar la gravedad:
Leve: pocos o ningún problema de comportamiento exceden de los requeridos para establecer el diagnóstico y los problemas de comportamiento sólo causan daños mínimos a otros
Moderado: el número de problemas de comportamiento y su efecto sobre otras personas son intermedios entre «leves» y «graves»
Grave: varios problemas de comportamiento exceden de los requeridos para establecer el diagnóstico o los problemas de comportamiento causan daños considerables a otros.
o Características descriptivas y trastornos mentales asociados.
Los sujetos con trastorno disocial pueden tener escasa empatía y poca preocupación por los sentimientos, los deseos y el bienestar de los otros. Especialmente en situaciones ambiguas, los sujetos agresivos afectos de este trastorno frecuentemente perciben mal las intenciones de los otros, interpretándolas como más hostiles y amenazadoras de lo que lo son en realidad, respondiendo con agresiones que en tal caso consideran razonables y justificadas. Pueden ser insensibles, careciendo de sentimientos apropiados de culpa o remordimiento. A veces es difícil evaluar si el remordimiento experimentado es genuino, puesto que estos sujetos aprenden que la manifestación de culpa puede reducir o evitar el castigo. Los sujetos con trastorno disocial pueden estar dispuestos a dar informaciones acerca de sus compañeros e intentan acusar a otros de sus propias fechorías. La autoestima es usualmente baja, aunque el sujeto puede proyectar una imagen de «dureza». Escasa tolerancia a la frustración, irritabilidad, arrebatos emocionales e imprudencia son características frecuentemente asociadas.
Las tasas de accidentes parecen ser superiores en los sujetos con trastorno disocial en comparación con otros que no padecen este trastorno.
El trastorno disocial suele asociarse a un inicio temprano de la actividad sexual, beber, fumar, consumir sustancias ilegales e incurrir en actos temerarios y peligrosos. El consumo de sustancias ilegales puede incrementar el riesgo de persistencia del trastorno disocial. Los comportamientos propios del trastorno disocial pueden dar lugar a suspensiones o expulsiones escolares, problemas en la adaptación laboral, conflictos legales, enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados y lesiones físicas producidas en accidentes o peleas. Estos problemas pueden impedir la asistencia a escuelas ordinarias o vivir con los padres o en un hogar adoptivo. La ideación suicida, las tentativas de suicidio y los suicidios consumados se dan con una frecuencia superior a la esperable. El trastorno disocial puede asociarse a un nivel intelectual inferior al promedio.
El rendimiento académico, especialmente en lectura y otras habilidades verbales, suele situarse por debajo del nivel esperado en función de la edad e inteligencia del sujeto, pudiendo justificar el diagnóstico adicional de trastorno del aprendizaje o de la comunicación. El trastorno por déficit de atención con hiperactividad es frecuente en niños con trastorno disocial. El trastorno disocial también puede asociarse a uno o más de los siguientes trastornos mentales: trastornos del aprendizaje, trastornos de ansiedad, trastornos del estado de ánimo y trastornos relacionados con sustancias. Los siguientes factores predisponen al desarrollo de un trastorno disocial: rechazo y abandono por parte de los padres, temperamento infantil difícil, prácticas educativas incoherentes con disciplina dura, abusos físicos o sexuales, carencia de supervisión, primeros años de vida en instituciones, cambios frecuentes de cuidadores, familia numerosa, asociación a un grupo de compañeros delincuentes y ciertos tipos de psicopatología familiar.
o Patrón familiar
Los estudios sobre gemelos y adopciones demuestran que el trastorno disocial cuenta con componentes tanto genéticos como ambientales. El riesgo de trastorno disocial aumenta en niños con un padre biológico o adoptivo con trastorno antisocial de la personalidad o con un hermano afecto de trastorno disocial. El trastorno también parece ser más frecuente en hijos de padres biológicos con dependencia del alcohol, trastornos del estado de ánimo o esquizofrenia, o de padres biológicos con historia de trastorno por déficit de atención con hiperactividad o de trastorno disocial.
o Curso
El inicio del trastorno disocial puede producirse hacia los 5 o 6 años de edad, pero usualmente se observa al final de la infancia o al inicio de la adolescencia. Es muy raro que comience después de los 16 años de edad. El curso del trastorno disocial es variable. En una mayoría de sujetos el trastorno remite en la vida adulta. Sin embargo, una proporción sustancial continúa manifestando en la etapa adulta comportamientos que cumplen criterios de trastorno antisocial de la personalidad. Muchos sujetos con trastorno disocial, particularmente los del tipo de inicio adolescente y quienes presentan síntomas leves y escasos, alcanzan en la vida adulta una adaptación social y laboral adecuada. Un inicio precoz predice un pronóstico peor y un riesgo creciente en la vida adulta de sufrir un trastorno antisocial de la personalidad y trastornos por consumo de sustancias.
Los individuos con trastorno disocial corren el riesgo de experimentar posteriormente trastornos del estado de ánimo, trastornos de ansiedad, trastornos somatomorfos y trastornos por consumo de sustancias.
2. El trastorno negativista desafiante
o Criterios para el diagnóstico de Trastorno negativista desafiante
A. Un patrón de comportamiento negativista, hostil y desafiante que dura por lo menos 6 meses, estando presentes cuatro (o más) de los siguientes comportamientos:
(1) a menudo se encoleriza e incurre en pataletas
(2) a menudo discute con adultos
(3) a menudo desafía activamente a los adultos o rehúsa cumplir sus demandas
(4) a menudo molesta deliberadamente a otras personas
(5) a menudo acusa a otros de sus errores o mal comportamiento
(6) a menudo es susceptible o fácilmente molestado por otros
(7) a menudo es colérico y resentido
(8) a menudo es rencoroso o vengativo
Nota. Considerar que se cumple un criterio sólo si el comportamiento se presenta con más frecuencia de la observada típicamente en sujetos de edad y nivel de desarrollo comparables.
B. El trastorno de conducta provoca deterioro clínicamente significativo en la actividad social, académica o laboral.
C. Los comportamientos en cuestión no aparecen exclusivamente en el transcurso de un trastorno psicótico o de un trastorno del estado de ánimo.
D. No se cumplen los criterios de trastorno disocial, y, si el sujeto tiene 18 años o más, tampoco los de trastorno antisocial de la personalidad.
o Características descriptivas y trastornos negativistas y desafiantes
Los comportamientos negativistas y desafiantes se expresan por terquedad persistente, resistencia a las órdenes y renuencia a comprometerse, ceder o negociar con adultos o compañeros. Las provocaciones también pueden incluir la comprobación deliberada o persistente de los límites establecidos, usualmente ignorando órdenes, discutiendo o no aceptando el ser acusado por los propios actos. La hostilidad puede dirigirse a los adultos o a los compañeros y se manifiesta molestando deliberadamente a los otros o agrediéndolos verbalmente (normalmente, sin las agresiones físicas más serias que se observan en el trastorno disocial). El trastorno se manifiesta casi invariablemente en el ambiente familiar, pudiendo no ponerse de manifiesto en la escuela ni en la comunidad. Los síntomas del trastorno suelen ser más evidentes en las interacciones con adultos o compañeros a quienes el sujeto conoce bien, y, por lo tanto, pueden no manifestarse durante la exploración clínica. Normalmente los sujetos con este trastorno no se consideran a sí mismos negativistas ni desafiantes, sino que justifican su comportamiento como una respuesta a exigencias o circunstancias no razonables.
o Patrón familiar
El trastorno negativista desafiante parece ser más frecuente en familias donde por lo menos uno de los padres cuenta con una historia de trastorno del estado de ánimo, trastorno negativista desafiante, trastorno disocial, trastorno por déficit de atención con hiperactividad, trastorno antisocial de la personalidad o trastorno por consumo de sustancias. Además, algunos estudios sugieren que las madres con trastorno depresivo cuentan con más probabilidades de tener hijos con trastorno negativista, si bien no está claro en qué medida la depresión materna es el resultado del comportamiento negativista de los niños o su causa. El trastorno negativista desafiante es más
frecuente en familias donde existen conflictos conyugales graves.
o Curso
El trastorno negativista desafiante suele ponerse de manifiesto antes de los 8 años de edad y en general no más tarde del inicio de la adolescencia. Los síntomas negativistas acostumbran a aflorar en el ambiente familiar, pero con el paso del tiempo pueden producirse en otros ambientes. Su inicio es típicamente gradual, y suelen mantenerse a lo largo de meses o años. En una proporción significativa de casos el trastorno negativista desafiante constituye un antecedente evolutivo del trastorno disocial.
3. Trastorno de comportamiento perturbador no especificado
Esta categoría incluye trastornos caracterizados por un comportamiento perturbador que no cumple los criterios de trastorno disocial ni de trastorno negativista desafiante, pero en los que se observa deterioro clínicamente significativo.
APROXIMACIONES TEÓRICO-COMPRENSIVAS
AL CONCEPTO DE AGRESIÓN
Hasta el momento se ha intentado hacer una descripción de las formas como han sido organizados los comportamientos agresivos, con el fin de facilitar su diagnóstico en un lenguaje generalizado; no obstante las etiquetas no nos sirven a la hora de enfrentarnos con los casos reales; en este sentido es mucho más útil tener un marco interpretativo de la situación.
Para empezar en importante recordar cuales son las emociones básicas:
El miedo: Una vez adquirido induce a la evitación de situaciones y en las que se presentó el objeto o acontecimiento temido.
El placer: Es la reacción ante la satisfacción de un impulso o la consecución de un objetivo. La sonrisa y la risa son expresiones de ella.
La ira: Se origina en la perturbación de las actividades que están dirigidas a un fin. Con la edad la forma de expresar esta emoción cambia y de rabietas insultos y agresiones la conducta se modifica y se convierte en algo mas indirecto y verbal como el sarcasmo, el cinismo, el chisme, etc.
Algunos autores, agregan a estas tres emociones, la tristeza, pero en general las tres primeras gozan de un gran consenso. Al respecto es importante señalar que la ira, fuente de múltiples conductas agresivas es una emoción básica en el ser humano y por tanto no podemos esperar que no exista o que se suprima por completo, ya que también contribuye a la supervivencia del individuo. El problema por tanto no está en la existencia de la ira y de la agresión sino de la manera como éstas son expresadas y experimentadas. Veamos entonces algunas aproximaciones a esta cuestión.
Aproximación cognitivo/conductual al concepto de agresión:
Para comprender la postura del enfoque cognitivo-conductual frente a la agresión es importante hacer claridad frente a algunos de sus supuestos fundamentales:
· Para el conductismo los síntomas no son expresiones de una enfermedad sino que son la enfermedad misma, siendo estos el tema central de su análisis y por tanto, la desaparición de las conductas anormales sería equivalente a la curación.
· La conducta normal y la patológica se explican y obedecen a los mismos principios de aprendizaje.
· La conducta animal más elemental se puede extrapolar a la conducta más compleja del ser humano.
Dentro de los principios teóricos en los que se fundamenta el modelo ocupa un lugar muy importante el condicionamiento clásico y operante. Algunos conceptos básicos dentro del condicionamiento son;
Refuerzo positivo: presentación de una consecuencia positiva después de una respuesta deseada, consiguiéndose con ello un incremento en la frecuencia de esa respuesta;
Refuerzo negativo: tras un comportamiento determinado, se realiza la cesación inmediata de una situación aversiva, de modo que el comportamiento sería reforzado por el alivio que supone esa cesación;
Castigo positivo: es aquel en el que se presenta una consecuencia negativa o estimulo aversivo después de una respuesta no deseada;
Castigo negativo: consiste en la retirada de una consecuencia positiva después de una respuesta no deseada. En ambos castigos se pretende disminuir la frecuencia de la respuesta no deseada.
Extinción: consiste en la retirada de los estímulos reforzantes que siguen a una respuesta que ha sido previamente reforzada.
Otros principios serían el moldeamiento, la saciedad, el control estimular, la sensibilización encubierta, la desensibilización operante, la implosión, la inundación, los entrenamientos aversivos o el "biofeedback", todos ellos utilizados en trastornos tan variados como ansiedad, fobias, depresión, toxicomanías, disfunciones sexuales, alteraciones de la conducta alimenticia y trastornos psicosomáticos.
El concepto que los conductistas tienen frente a la conducta agresiva es que dicha conducta como cualquier otro tipo de comportamiento es producto de un aprendizaje previo que ocurre a través del condicionamiento operante y mediante el reforzamiento positivo. Por tanto lo importante a la hora de tratarlos es saber qué clase de reforzadores afecta al comportamiento agresivo.
Skinner, por ejemplo manifiesta que la respuesta de una conducta se debe al control de dicha conducta por medio de un condicionamiento operante, del mismo modo la respuesta agresiva se logra a través de un reforzador o de un estímulo que lo refuerza. Tendremos un individuo agresivo u hostil frente a su ambiente, hasta que eliminemos el reforzador positivo que lo ha generado.
Encontramos en muchas ocasiones a niños que son estimulados conscientes o inconscientemente por adultos proyectándole a las mismas conductas violentas. Esta situación la encontramos con mucha frecuencia en el medio familiar y social; en los medios de comunicación fundamentalmente la televisión se observan con mucha frecuencia programas de mucha violencia que los niños perciben y repiten en su medio social.
En muchas ocasiones el medio familiar es hostil, se le castiga y se trata al niño con violencia, produciéndose un condicionamiento operante, mediante un esfuerzo que a su vez fortalece la conducta violenta, según los conductistas, la respuesta a un estímulo reforzador es la conducta agresiva; u sí deseamos mantener esa respuesta, simplemente reforzamos positivamente dicha conducta y tendremos un individuo violento hasta eliminar el reforzador positivo.
Según Skinner, la conducta humana en general incluyendo la violenta está condicionada a otros reforzadores que él denomina reforzadores secundarios y generalizados. Estos reforzadores desarrollan su poder reforzante, cuando se presentan o se aplican junto al reforzador original.
Aproximación psicodinámica al concepto de agresión:
En su obra más allá del principio del placer escrita en 1920, Freud hace una nueva revisión e interpretación de sus teoría de los instintos haciendo una dicotomía para diferenciar lo que él consideraba y denominaba EROS o instinto de conservación de la vida en donde la sustancia viva u orgánica es el fundamento y el objeto de conservación mientras el otro instinto que él denomina TANATOS o instinto de la destrucción y muerte en la eliminación de la materia orgánica por materia inorgánica.
Desde esta perspectiva dualista sobre el instinto de la vida y el instinto de muerte, se percata de que existe cierta tendencia del individuo a autodestruirse, a lo que él denomina masoquismo primario; de igual forma sostiene que existe la tendencia del individuo a destruir a sus semejantes o al mundo exterior, constituyendo así el denominado lo que Freud denomina sadismo. En este sentido el masoquismo es más antiguo que el sadismo y el sadismo es el instinto destructivo dirigido hacia el exterior, adquiriendo así la característica de la agresividad.
Las causas de la agresión están situadas en lo que se conoce como La frustración. Este tipo de respuesta puede dirigirse hacia la persona o personas que han causado la frustración, o bien contra un sustituto. También puede tornarse contra el propio individuo. La agresión directa es un procedimiento al que se recurre con mucha frecuencia para sostener el amor propio frustrado. Si un niño es puesto en ridículo por un compañero, lo más natural es que trate de mantener su status atacando el otro a golpes. Pero si no se atreve a contestar directamente, puede encontrar su escape en una conducta agresiva en su casa, ya sea hostilizando a su hermano menor o desobedeciendo a sus padres.
Cuando la agresión se vuelve hacia dentro es más peligrosa para la salud mental del individuo que cuando se exterioriza. En vez de culpar a los demás, el individuo se culpa así mismo. La autocrítica es necesaria y conveniente. Todos debemos conocer y aceptar nuestras limitaciones, pero cuando la agresión contra el propio yo se lleva a extremos injustificables, el yo se destruye psicológicamente, como ocurre, por ejemplo, en la esquizofrenia.
Freud reconoce dos tipos de frustraciones:
· Las frustraciones externas: impuestas por el medio circundante. Por ejemplo un niño puede desear intensamente un determinado juguete, pero las condiciones económicas de su hogar no le permiten adquirirlo.
· Las frustraciones internas: proceden del interior del individuo, o sea de su incapacidad física, mental o emocional para alcanzar un objetivo. Este tipo de frustración representa para la personalidad del individuo, una amenaza más seria que las externas, pues suele producir una considerable tensión emocional con los consiguientes trastornos de la conducta.
Sobre su concepción teórica respecto a las relaciones sociales de los individuos Freud plantea la tesis de que en el proceso de socialización un individuo buscará salida a sus deseos instintivos. Este proceso se llama desplazamiento. El desplazamiento es el mecanismo de defensa por la cual un individuo desplaza su hostilidad hacia otro, implica la búsqueda de una víctima propiciatoria. La psiquis se fija en los individuos sobre los cuales se puede desahogar el odio porque no cumplen con lo que se requiere en alguna esfera de la vida social; el individuo o los individuos pueden no tener nada que ver con el destinatario básico de hostilidad.
Existen mecanismos en el individuo, que impiden que salga a flote la agresión. Dentro de éstos se encuentran:
· La identificación: se une al odio inconsciente que tiene un individuo contra otro y que mediante este mecanismo se puede sublimar esta situación y evitar que el hijo odie a su padre o la madre odie a su madre.
· Sustitución: Mediante este mecanismo, los individuos pueden revelar su odio contra una figura distinta al prototipo, sin embargo, este será siempre más débil y de menos intensidad que el odio dirigido al objeto original
· Compensación: Este mecanismo tiene un alto valor social, ya que los individuo tienen ocupaciones exitosas o realizan actividades creativas con el fin de superar sus desventajas reales o imaginarias
Desde esta perspectiva el comportamiento agresivo es sólo un síntoma de un problema mucho más complejo y profundo que ha sido el resultado de procesos diferentes a los que ha podido experimentar una persona no agresiva. Por esta razón el tratamiento parte del ahondamiento en estas causas profundas con el fin de elaborar de manera positiva las reales causas de la agresión o cualquier otra patología.
El bully sólo desea ser protagonista. Esta necesidad de protagonismo es una de las causas que llevan a los chicos agresivos a cometer actos destructivos. Es evidente que algo hay en el interior de estos niños que los lleva a dañar a otros. Hacen daño porque les da placer el hecho de ejercer poder. Se valdrá de burlas pesadas y amenazas hasta llegar a la violencia física. Las niñas difundirán falsos rumores malintencionados para excluirlas con el fin de hacerlas sentir solas y confundidas.
ResponderEliminarEsta interesante este documento...esto es una realidad
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